La fortuna de grandes alas, la fortuna me había llevado por equivocación con los otros hacia su país alegre, cuando de pronto, pero de pronto, cuando por fin yo respiraba feliz, unos diminutos e infinitos petardos en la atmósfera me dinamitaron y luego unos cuchillos que surgían de todas partes me cosieron a puntazos, de modo que volví a caer en el suelo duro de mi patria, ahora para siempre la mía.
La fortuna de alas de paja, la fortuna me había elevado por un instante por encima de las angustias y los gemidos, cuando un grupo en número de mil, escondido al reparo de mi distracción en la polvareda de una alta montaña, un grupo acostubrado desde siempre a la lucha a muerte, de pronto se nos echó encima como un bólido, y yo volví a caer en el suelo duro de mi pasado, pasado ahora para siempre presente.
La fortuna una vez más, la fortuna de paños frescos me había hospedado con dulzura, y cuando yo sonreía a todos los que me rodeaban, distribuyendo todo lo que poseía, de pronto, asido por algo desconocido que vino por debajo y por detrás, de pronto, como una polea que se desengancha, me sacudí, fue un salto inmenso, y volví a caer en el suelo duro de mi destino, destino ahora para siempre el mío.
La fortuna una vez más, la fortuna de lengua de aceite, había lavado mis heridas, la fortuna como un cabello que uno toma y que trenzaría con los suyos, me había asido y unido indisolublemente a ella, cuando de pronto, como ya me bañaba en la alegría, de pronto la Muerte vino y me dijo: "Es tiempo ya. Ven." La Muerte, ahora la Muerte para siempre jamás.
(Plume, précédé de Lointain Intérieur, 1937.)
La fortuna de alas de paja, la fortuna me había elevado por un instante por encima de las angustias y los gemidos, cuando un grupo en número de mil, escondido al reparo de mi distracción en la polvareda de una alta montaña, un grupo acostubrado desde siempre a la lucha a muerte, de pronto se nos echó encima como un bólido, y yo volví a caer en el suelo duro de mi pasado, pasado ahora para siempre presente.
La fortuna una vez más, la fortuna de paños frescos me había hospedado con dulzura, y cuando yo sonreía a todos los que me rodeaban, distribuyendo todo lo que poseía, de pronto, asido por algo desconocido que vino por debajo y por detrás, de pronto, como una polea que se desengancha, me sacudí, fue un salto inmenso, y volví a caer en el suelo duro de mi destino, destino ahora para siempre el mío.
La fortuna una vez más, la fortuna de lengua de aceite, había lavado mis heridas, la fortuna como un cabello que uno toma y que trenzaría con los suyos, me había asido y unido indisolublemente a ella, cuando de pronto, como ya me bañaba en la alegría, de pronto la Muerte vino y me dijo: "Es tiempo ya. Ven." La Muerte, ahora la Muerte para siempre jamás.
(Plume, précédé de Lointain Intérieur, 1937.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son responabilidad de sus autores. Este blog no se responsabiliza por el uso indebido de los comentarios.