Algo grita en la calle negra en cuyo final el agua del
Río ruge contra las barrancas.
Esa colilla arrojada desde una ventana cambia en estrella.
Algo grita una vez más en la calle negra.
¡Ah!, ¡vuestras fauces!
Noche pesada, noche irrespirable.
Un grito se acerca a nosotros, hasta tocarnos casi, pero
Expira justamente en el momento de alcanzarnos.
En alguna parte del mundo, al pie de un terraplén,
Un desertor parlamenta con centinelas que no
comprenden su manera de hablar.
(Fortunes, 1942.)
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