Hice un fuego, lo azul me había abandonado,
Un fuego para ser su amigo,
Un fuego para entrar en la noche invernal,
Para vivir mejor.
Y le di todo aquello que el día me hubo dado:
Los bosques, los zarzales, los trigales, las viñas,
Los nidos y sus pájaros, las casas y sus llaves,
Los insectos, las flores, los armiños, las fiestas.
Viví con el rumor de las llamas crujientes.
Con el perfume de su ardor;
Yo como un barco iba por el agua prohibida,
Como un muerto no tuve más que un sólo elemento.
(Pour vivre ici, 1918.)
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