Atrévete a seguirme tras las puertas crujientes
Donde basta la espina ardiente de unos ojos
La caverna morena con olor de volcán
Te aguarda entre mis piernas
Yo soy la comulgante de los cabellos negros
La mirada inhumana los soles atontados
Bajo un hombre crucé veinte veces el mar
La abundancia del mar el azul los reflejos
Tu miembro de esplendor mis pechos de dolor
La mirada rendida bajo una boca ornada
Tales son mis placeres mis vientos mis angustias.
Una sombra te guarda el mundo te resguarda
¡Cliente! Nosotros dos espantados en uno
Por una vez vencemos la negra eternidad.
(Matière céleste, 1937.)
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