A la edad de mil años tenía aún la fuerza
De esperarte, oh esperanza que la mañana abría.
El tiempo viejo herido por múltiples esguinces,
Puede gemir: el día y la noche son nuevos.
Pero hace mucho ya que vivimos en vela.
Velamos, conservamos la claridad y el fuego,
Hablamos en voz baja y nos sobresaltamos
Por un rumor que calla pronto como en el juego.
Y en lo hondo de la noche aún testimoniamos
El esplendor del día y de todos sus dones.
Si no dormimos es para acechar la aurora.
Ella demostrará que seguimos viviendo.
(État de Veille, 1943.)
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